domingo, 20 de mayo de 2012

LOS 10 MEJORES LIBROS DE ESCALADA X


Pocos lugares hay en el mundo que me enchufen tanto como Dolomitas. Para el escalador de paredes es el paraíso. Muros interminables, montañas que asombran, asustan y fascinan, una roca especial pero muy franca, vías larguísimas y comprometidas, descensos complejos y peligrosos y paisajes increíbles son su tarjeta de presentación.
Dolomitas es una espacio lo suficientemente grande como para tener que ser diversificado. Las inmensas moles de roca se aglutinan en macizos separados por valles y ríos y cada lugar está lleno de vías magníficas y paisajes fascinantes. Merece la pena un viaje a cada zona.
Dolomitas es el lugar idóneo para sentir la verticalidad, el compromiso y la historia. A veces uno se asombra de que la vía donde está pretando de verdad se abrió hace más de cien años. Increíble el valor y la locura de esta gente.
De todas las zonas, una de las más famosas e impresionantes son las Tres Cimas de Lavaredo. Su cara norte está formada por unas formidables paredes de más de 500 metros metros, muy muy verticales, desplomadas y asombrosas. Y escalar allí casi se convierte en mito, en un viaje casi religioso donde vivir unas únicas experiencias.
Y cada vez que quiero recordar esas sensaciones, hojeo el fantástico libro TRES CIMAS DE LAVAREDO, escrito por los grandes Alexander Huber y Willi Schenkmeier, y prologado por Miguel Ángel Gallego. En español, está editado pro Desnivel, en una gran edición de gran formato, con grandes fotografías y una excelente traducción.




El libro recorre todos los encantos de Lavaredo y los intentos de sus protagonistas por conquistarlos. Lleno de fotografías absolutamente ilustradoras de sus escaladas, que te hacen sentir lo que estaban sintiendo sus protagonistas. 
He leído el libro cinco veces, y no solo he conseguido rememorar las imágenes de mis escaladas en Dolomitas, sin de volver a encontrar las mismas sensaciones que viví en mi interior. De esta forma, consigo nuevas fuerzas y más motivación para mis proyectos.
El libro repasa maravillosamente la historia de las vías y de los escaladores que las protagonizaron. Todas ellas estás llenas de sabor, de triunfos, fracasos, sufrimientos y glorias.
Parece mentira que el gran Dibona subiera por su fantástica arista de la Cima Grande en 1905. O qué decir del único Preuss, que abrió solamente vías que pudieran subirse en libre, allá por los años 20.
Y aquí encontramos dos nombres ilustres. El gran Comicci, uno de los mejores escaladores que el mundo ha conocido, con una fuerza y un empuje casi salvaje, abriendo vías tan formidables como el Spigollo Giallo (Espolón amarillo) a la Piccola, o su vía por el centro de la pared norte de la Cima Grande. Estas vías no son muy recorridas por escaladores españoles, aunque sí por europeos. Os tengo que decir, que uno no se bautiza en escalada hasta que escala por estas catedrales de roca.
O el gran Cassin, al que le tenía como uno de los mejores escaladores, más astuto y más fuerte que nadie.
Reconozco que lo tenía en un altar, paro todos los ídolos terminan por caer. Famosísima es su vía de la Cima Oeste, con sus cuatro aéreos largos de travesía. Una vía increíble que os recomiendo profundamente. Sin embargo, su historia hizo que cayera mi héroe. 
Resulta que esta vía estaba siendo intentada por una potente cordada suiza, formada por Meindl y Hintermeier. Estaban abriendo la vía a la altura del primer desplome, y bajaron  a descansar y dormir. Cassin y Ratti fueron muy temprano por la mañana a la vía (ya sabían que estaban los suizos), y como había una densísima niebla (cosa habitual en las madrugadas) pasaron de puntillas sigilosamente sin hacer ruido por encima de los suizos, que estaban dormidos a aquella hora. Después, ya más alejados, comenzaron a escalar por la ruta abierta por los suizos.
Cunado éstos depertaron, no salían de su asombro, contemplado estupefactos que los italianos les habían adelantado y ya estaban a la altura de su punto máximo, en el desplome. Deprisa fueron tras ellos para intentar alcanzarle, pero cuando llegaron al desplome, vieron con horror que los italianos se habían llevado sus propios clavos!!!!!!!
Yo los mato, pero ellos bajaron de nuevo al suelo y fueron a recibirlos a la cima.
Famosa es su foto de la cima, los cuatro reunidos. Cassin muy serio, y uno de los suizos mirándole muy sonriente (yo creo que estaba pensando "disfruta de la foto porque te voy a dar una serie de hostias que te vas cagar!!!!!!!!!!!!!!")
La historia es cruel y solo recuerda a los vencedores, y demuestra que al final todos somos igual de miserias. No se salva nadie.




Y las escaladas modernas son impresionantes. Nombres como Mauro Bole "Bubu", que se dedica a liberar vías clásicas imposibles, o el desconocido (pero no menos grande) Peter Schäffler, Kurt Albert, Christoph Hainz, y un largo etc. Por algo será que los mejores ponen sus ojos en estas paredes. Las aman tanto como las respetan.
Pero el primer premio se lo lleva Alex Huber. El excepcional escalador alemán ha dejado su huella con aperturas dificilísimas, llevando la escalada deportiva de dificultad a sus fronteras, con una ética impoluta, solo repetida por unos pocos.
Y el no va más ha sido su ascensión en solo integral (a pelo, vamos) a la Hasse de la Cima Grande. Pa cagarse, vamos. Solo ver las fotos me produce estreñimiento. Cualquiera que haya hecho la vía lo comprenderá. Solo subirla como se pueda es una heroicidad, una vía para los mejores. Y si la subes en libre, ni te cuento. Pero a pelooooo. Guauu. Huber no tiene inconveniente en desnudar sus pensamientos y sus dudas, y merece la pena leerlo para conocer sus grandes batalles interiores.
Mirar la foto y contadme. Pero no intentéis imitarlo. Os puedo asegurar que escalando esas vías con cuerda se puede disfrutar y sufrir igualmente.
Copio unas palabras de Huber.


¿Qué es lo que atrae a los escaladores a las Cimas una y otra vez? En ningún otro lugar de los Alpes se encuentran paredes tan verticales, que por su exposición tan arriesgada impresionen con tanta intensidad a todos los escaladores. Incluso el más versado de entre los mejores alpinistas empieza a sudar cuando tiene trescientos metros de roca desplomada bajo sus pies. También para los que no participan directamente en el escenario vertical de las Tres Cimas constituyen una vivencia única.
Desde la Forcella Lavaredo, pero sobre todo desde los pequeños caminos que discurren justo debajo de las paredes norte, se despliega una vista inolvidable. Directamente bajo estos muros gigantes con los techos amarillos desplomados, a veces es fácil sentirse pequeño, muy pequeño. La muralla infunde respeto, la imagen se la graba a uno en la piel e impresiona profundamente.
Las paredes de las Tres Cimas componen un gran campo de juego para la aventura. Siempre lo han sido y gracias a Dios aún hoy lo siguen siendo.


No lo dudes. Sueña con ir a estas paredes, ponte en forma y no dejes de acudir a la cita.
No lo olvidarás jamás.


La guía nueva, totalmente actualizada

Escalando en la Cima Grande


martes, 8 de mayo de 2012

LOS 10 MEJORES LIBROS DE ESCALADA IX


Todo el que escale debería leer este libro. Un libro apasionante, pero en este caso absolutamente de aventura interior. El libro abre la puerta que da paso a la oscuridad de todo escalador. A lo que nos da miedo, a lo que nunca queremos que nos pase.
Pero ahí está, tan real y tan cierto como la luz del sol.
Os aseguro que mientras lees los capítulos centrales de TOTEM POLE, de Paul Pritchard, decidiréis dejar de escalar, abandonar todo sueño vertical y vender el material rápidamente. Pero también os garantizo que si llegáis al final del libro, recobraréis el espíritu y volveréis a la aventura.




Paul Pritchard es un escalador británico muy conocido por sus ascensiones tanto en roca como en alpino. El viernes 13 de febrero de 1998, en un planeado viaje de escalada alrededor del mundo, Paul sufrió un duro accidente de escalada que le dejó en una silla de ruedas. Los médicos le vaticinaron que Paul no volvería a caminar, ni siquiera a hablar.
El accidente ocurrió en el fantástico Totem Pole, una aguja de 90 metros que nace del mismo mar en la isla de Tasmania, al sur de Australia. La aguja tiene cuatro perfectas caras de no más de 4 metros de ancho, y por cada cara va una vía. Para llegar a ella hay que pasar por una trepidante tirolina hasta la cima, y rapelar hasta la base. Allí comienza la vía mientras las olas de una agitado mar te dan en las pierna. No veas lo que acongoja el estruendo de las olas cuando rompen contra las paredes.
Paul y su novia por aquel entonces atravesaron la supeaérea tirolina, alcanzaron la cima y comenzaron a rapelar. Cuando Paul llegó a a la base, una piedra le cayó en la cabeza. NO LLEVABA CASCO, y a partir de ahí le cambió el mundo y la vida. 
Un rescate al límite le llevó hasta el hospital. Y es ahí donde comienza el gran reto, la gran aventura para Paul. Imaginaros lo que eso significa. Los escaladores no queremos nunca asomarnos a este vacío oscuro, pero ahí está siempre, acechando, avisando de que si no tienes extremo cuidado (o aún teniéndolo), caerás en él.
Y creedme, eso si que da miedo.
Los primeros capítulos del libro hablan del viaje de escalada alrededor del mundo para después, ya en el hospital, nos cuenta el sufrimiento, dolor, depresión y fuerza para salir adelante.
Paul relata con un detalle que pone los pelos de punta sus aventuras y miedos interiores para salir adelante. Cómo le cambia la vida, cómo se ve en una silla de ruedas para siempre, cómo no puede hablar al principio, el sufrimiento tan atroz y profundo que le arranca el estómago.
También relata con espeluznante detalle a sus compañeros de hospital. Personas accidentadas tan destrozadas o más que él. A mí personalmente me aterró este capítulo, como cuando cuenta que un compañero suyo no podía estornudar porque se le podía salir parte de la masa cerebral por la nariz. ¿A que acojona, eh?
Paul tocó fondo, se veía pero que muerto, su novia se alejó, lejos de su familia y su tierra, y sufriendo pensando en la vida que le espera, y la que llevaba hasta entonces.
Pero en un momento inesperado, apareció un chispazo en su interior. Un chispazo de valor que le llevó a no creer a los médicos, a retarles a ellos y así mismo. Y, no sé de dónde, sacó las fuerzas necesarias que le han llevado a poder hablar normalmente, a poder andar y subir de nuevo montañas, aunque a un nivel mucho más simple.
Un ejemplo de superación que asombra y que invita a la esperanza. Siempre hay razones para vivir.
A Paul lo daban por muerto.


 "Mi padre, madre, hermana y hermano lloraron al escuchar las malas noticias de mi estado. Todos sabían que había una posibilidad de que muriera y se prepararon para ello de la forma que pudieron. Más tarde mi madre describió como se sintió, y cómo se le cayó el mundo encima. Se tumbó en la cama temblando y llorando ante la posibilidad de perder un hijo. Este fue mi sentimiento más doloroso, hacer sufrir a los que me quieren. Mucho más que no volver a poder escalar, andar o correr"


Sin embargo consiguió rehacerse y redefinirse. Es cierto que Paul sigue saliendo a la montaña. Ha subido al Kilimanjaro después de recuperarse. Pero sobretodo ha cambiado su escala de valores. Para él la escalada ya no es lo primero.
Quizás esa sea la principal cuestión. Estoy absolutamente convencido de que no podemos hacer de la escalada nuestra única vida, ni siquiera nuestra única afición. Hay demasiadas cosas en la vida para hacer. Y mira que me gusta escalar.
Paul acaba el libro con las siguientes palabras.


"He visto el mundo con ojos nuevos desde el accidente, especialmente la relativa importancia de ciertas cosas, como la escalada en roca; cosas que una vez pensé que preferiría morir ano tener. En cuanto a las montañas y a las paredes no te obceques si las escalas o no. Ahora es el momento de moverse. De olvidar, pero aprender de lo que pasó y del pasado, y de ser capaz de encontrar un nuevo modo de vida. El germen de una nueva vida."


Atrévete y lee este libro. Te pondrá en tu sitio. Realmente hay que echarle valor, mucho más que para escalar.
Pero es absolutamente necesario.

viernes, 4 de mayo de 2012

LOS 10 MEJORES LIBROS DE ESCALADA VIII


"Antes que la acción se produce el pensamiento. Antes que los hechos se encuentran los sueños. Cada pared que ascendemos, la escalamos primero en nuestra mente. Este libro es un historia de sueños salvajes y su realización, de sueños y de cómo pudieron llevarse a cabo."
Con estas palabras comienza un estupendo libro lleno de aventuras y de sueños. Unas palabras escritas por el gran Royal Robbins en el prólogo que resumen, a mi entender, todo el significado no sólo de las escalada aquí reseñadas, sino del alpinismo mismo. La grandeza de la escalada no reside tan solo en sus conquistas, sino en la poderosa fuerza de los sueños que nos llevan a realizarlas. Por eso, a veces, es bueno hojear un libro de escalada con música en los oídos, con las canciones que nos invitan a soñar y a sentirnos valientes y atrevidos. Y este es el caso del presente libro, BIG WALLS. Breakthroughs on the free-climbing frontier, (GRANDES PAREDES. Incursiones en la frontera de la escalada libre), editado por la americana Sierra Club en 1997. Aunque el libro está en inglés, se comprende fácilmente.




Escrito por Paul Piana, gran escalador americano de Wyoming que junto a su compañero habitual, Todd Skinner, otro animal escalador, consiguieron la primera en libre de la Salathe al Capitán. Pual está reconocido como uno de los más influyentes y prolíficos escaladores americanos, con más de 600 liberaciones de vías a sus espaldas.
Este libro lleva esa inquietud por liberar vías a las grandes paredes, donde las condiciones se vuelven más salvajes, complejas y apasionantes.
Comienza el viaje por un repaso a la escalada libre en pared en USA desde los años 70, donde uno se da cuenta de que ya estos americanos iban más adelantados que sus colegas europeas, mucho más lentos en sus cambios. Nombre como Ron Kauk, Jhon Bachar o John Long resaltan en este colectivo de escaladores tan fuertes y apasionados como llenos de una especie de locura contagiosa. A veces parece que la sangre se les iba del cerebro a los antebrazos para acometer objetivos que parecían tan impensables como imposibles.
Tras este primer viaje en el tiempo, Piana nos regala sus aventuras en las grandes paredes. Primero su primera (perdonadme la redundancia) a la Salathe, nada más y nada menos, (VI, 5.13b). Tras leer un artículo titulado Long, Hard and Free (Largo, Duro y en Libre) sobre unos escaladores que intentaron una vía de artificial en libre, Piana y Skinner comenzaron a soñar con la Salathe, "la más grande escalada del mundo". Os recomiendo un vistazo a su reseña, no tiene desperdicio, llena de anotaciones personales.
Su viaje continúa hasta el Monte Hooker, una pared salvaje que corta el cielo de Wyoming, construida de una roca especial de granito mezclado con gneiss y zonas de liquen naranja. Pero consiguieron ver una majestuosa línea para poder subir en libre (VI, 5.12a). 
Una costumbre que tienen los escaladores americanos es ponerle nombre propio a cada largo, o a los especiales. Aquí en Europa no solemos hacerlo, y es una pena. Intentaré adaptarme. En esta vía existe un maravillosos largo que lo bautizaron como The Green Door, formado por un diedro fascinante de granito verde como el jade.
Después el viaje continúa hasta Canadá, al Monte Proboscis, en la Inescalables, un paraíso todavía salvaje lleno de paredes y agujas, uno de los lugares más fascinantes y bellos que cualquier escalador pueda disfrutar.. Allí abrieron The Great Canadian Knife (El Gran Cuchillo Canadiense), Un vertical, afilado y aéreo espolón por el centro de la gran pared. Una fantástica fotografía de Paul con su mano izquierda agarrado al mismo canto del espolón muestra perfectamente la estética línea de la escalada.
El viaje regresa a Yosemite, en esta ocasión al Half Dome, unos de las paredes más sublimes del mundo, con sus casi 900 metros, donde liberaron la dura ruta abierta por Robbins, la Direct North West Face (VI, 5.13d), con durísimos tramos de fisuras anchas y chimeneas lisas, donde sufrieron de lo lindo. Pero lo que realmente tuvieron que trabajar fueron las lisas placas de la parte superior. Y arriba, muy arriba, un largo y potente lanzamiento muestra a Todd Skinner saltando con la lengua fuera. Si se llega a caer se la corta, fijo.
Y a estas aventuras le acompañó el gran fotógrafo y escalador Galen Rowell, así que imaginaros las imágenes que ilustran estan aventuras.
En su epílogo final, Paul analiza sus sentimientos. Con su mujer abrió una gran sala de escalada, "The Gravity Club" que junto a su trabajo con la marca Five Ten, sus libros y sus conferencias parece llenar el tiempo. El tiempo, sí, pero no su alma.  Reconoce que cuando ha sido más es en las paredes más lejanas y salvajes. El entusiasmo es su principal activo.
"Me he comprometido a vivir mi vida como un cuchillo lanzado. El resto de las definiciones de "vida" deben esperar. ¡No hay mañana!"
No me imagino apuesta más apasionada y peligrosa.