martes, 8 de mayo de 2012

LOS 10 MEJORES LIBROS DE ESCALADA IX


Todo el que escale debería leer este libro. Un libro apasionante, pero en este caso absolutamente de aventura interior. El libro abre la puerta que da paso a la oscuridad de todo escalador. A lo que nos da miedo, a lo que nunca queremos que nos pase.
Pero ahí está, tan real y tan cierto como la luz del sol.
Os aseguro que mientras lees los capítulos centrales de TOTEM POLE, de Paul Pritchard, decidiréis dejar de escalar, abandonar todo sueño vertical y vender el material rápidamente. Pero también os garantizo que si llegáis al final del libro, recobraréis el espíritu y volveréis a la aventura.




Paul Pritchard es un escalador británico muy conocido por sus ascensiones tanto en roca como en alpino. El viernes 13 de febrero de 1998, en un planeado viaje de escalada alrededor del mundo, Paul sufrió un duro accidente de escalada que le dejó en una silla de ruedas. Los médicos le vaticinaron que Paul no volvería a caminar, ni siquiera a hablar.
El accidente ocurrió en el fantástico Totem Pole, una aguja de 90 metros que nace del mismo mar en la isla de Tasmania, al sur de Australia. La aguja tiene cuatro perfectas caras de no más de 4 metros de ancho, y por cada cara va una vía. Para llegar a ella hay que pasar por una trepidante tirolina hasta la cima, y rapelar hasta la base. Allí comienza la vía mientras las olas de una agitado mar te dan en las pierna. No veas lo que acongoja el estruendo de las olas cuando rompen contra las paredes.
Paul y su novia por aquel entonces atravesaron la supeaérea tirolina, alcanzaron la cima y comenzaron a rapelar. Cuando Paul llegó a a la base, una piedra le cayó en la cabeza. NO LLEVABA CASCO, y a partir de ahí le cambió el mundo y la vida. 
Un rescate al límite le llevó hasta el hospital. Y es ahí donde comienza el gran reto, la gran aventura para Paul. Imaginaros lo que eso significa. Los escaladores no queremos nunca asomarnos a este vacío oscuro, pero ahí está siempre, acechando, avisando de que si no tienes extremo cuidado (o aún teniéndolo), caerás en él.
Y creedme, eso si que da miedo.
Los primeros capítulos del libro hablan del viaje de escalada alrededor del mundo para después, ya en el hospital, nos cuenta el sufrimiento, dolor, depresión y fuerza para salir adelante.
Paul relata con un detalle que pone los pelos de punta sus aventuras y miedos interiores para salir adelante. Cómo le cambia la vida, cómo se ve en una silla de ruedas para siempre, cómo no puede hablar al principio, el sufrimiento tan atroz y profundo que le arranca el estómago.
También relata con espeluznante detalle a sus compañeros de hospital. Personas accidentadas tan destrozadas o más que él. A mí personalmente me aterró este capítulo, como cuando cuenta que un compañero suyo no podía estornudar porque se le podía salir parte de la masa cerebral por la nariz. ¿A que acojona, eh?
Paul tocó fondo, se veía pero que muerto, su novia se alejó, lejos de su familia y su tierra, y sufriendo pensando en la vida que le espera, y la que llevaba hasta entonces.
Pero en un momento inesperado, apareció un chispazo en su interior. Un chispazo de valor que le llevó a no creer a los médicos, a retarles a ellos y así mismo. Y, no sé de dónde, sacó las fuerzas necesarias que le han llevado a poder hablar normalmente, a poder andar y subir de nuevo montañas, aunque a un nivel mucho más simple.
Un ejemplo de superación que asombra y que invita a la esperanza. Siempre hay razones para vivir.
A Paul lo daban por muerto.


 "Mi padre, madre, hermana y hermano lloraron al escuchar las malas noticias de mi estado. Todos sabían que había una posibilidad de que muriera y se prepararon para ello de la forma que pudieron. Más tarde mi madre describió como se sintió, y cómo se le cayó el mundo encima. Se tumbó en la cama temblando y llorando ante la posibilidad de perder un hijo. Este fue mi sentimiento más doloroso, hacer sufrir a los que me quieren. Mucho más que no volver a poder escalar, andar o correr"


Sin embargo consiguió rehacerse y redefinirse. Es cierto que Paul sigue saliendo a la montaña. Ha subido al Kilimanjaro después de recuperarse. Pero sobretodo ha cambiado su escala de valores. Para él la escalada ya no es lo primero.
Quizás esa sea la principal cuestión. Estoy absolutamente convencido de que no podemos hacer de la escalada nuestra única vida, ni siquiera nuestra única afición. Hay demasiadas cosas en la vida para hacer. Y mira que me gusta escalar.
Paul acaba el libro con las siguientes palabras.


"He visto el mundo con ojos nuevos desde el accidente, especialmente la relativa importancia de ciertas cosas, como la escalada en roca; cosas que una vez pensé que preferiría morir ano tener. En cuanto a las montañas y a las paredes no te obceques si las escalas o no. Ahora es el momento de moverse. De olvidar, pero aprender de lo que pasó y del pasado, y de ser capaz de encontrar un nuevo modo de vida. El germen de una nueva vida."


Atrévete y lee este libro. Te pondrá en tu sitio. Realmente hay que echarle valor, mucho más que para escalar.
Pero es absolutamente necesario.

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